El Tiempo

El otro día mientras cenaba con unos amigos, recordamos a Juan. Un chico vegetariano que se recluyó en el Congo Belga, por la culpa de haber mordido un choripán en la cancha de River. Todos tuvimos la impresión de que se había ido meses atrás. Sin embargo, sacamos cuentas, y comprobamos que, en realidad, se fue hace 5 años. "¡¡Cinco años!!" dijimos en coro. En ese instante quedamos paralizados por el asombro.

Luego, en la soledad de mi casa, me pregunté: ¿Qué hice durante los últimos cinco años? Desde que se fue Juan hasta hoy, ¿Qué hice de mi vida? La verdad es que no recordé nada destacable. Nada trascendente. En ese momento llegué a la angustiante conclusión de que estuve "al pedo" durante todos estos años.

Me pregunto: Toda esa inmensa cantidad de tiempo desperdiciado ¿figurará en la estadística final de mi vida? Esta cuestión me afectó profundamente. Hace una semana que tengo la misma pesadilla. Es un sueño muy extraño compuesto de, solamente, tres escenas.

En la primera, soy Freddy Crugger afilando su garra en los cascarones de dos huevos enormes.

En la segunda, solo puedo ver una tumba funeraria con mi nombre prolijamente grabado en su lápida.

En la última escena, me recibe San Pedro en el cielo y con un gesto de enojo en el rostro, me dice: "usted debe ingresar por aquella puerta." Miles de personas ingresaban por un portón enorme que a simple vista parecía el único acceso. Sin embargo, el viejito me hizo pasar por una puerta muy pequeña que estaba escondida en un costado de la nube principal.

Al ingresar, veo un trono imponente. Luminoso. Sentado en él, un hombre vestido de luz, con una larga barba blanca y un extenso papel en su mano. Era una lista. Si. Todas las actividades que yo había realizado en mi etapa terrestre.

El señor me mira con una seriedad aplastante. Mira la lista. Nuevamente vuelve sus ojos hacia mí, y dice con voz de trueno: "¡Así que usted es el que tiró a la basura cinco preciosos años de vida!"

En ese momento me despierto gritando: ¡¡¡Nooooooo!!! Con el corazón acelerado y el cuerpo envuelto en transpiración.

Esta mañana, mientras desayunaba, saqué la conclusión de que la administración de nuestro tiempo se puede comparar a una persona que intenta subir por una escalera mecánica que desciende. La escalera, como el tiempo, está en constante movimiento, de adelante hacia atrás. Como si cada nuevo peldaño que aparece en su cima fuera un nuevo día por vivir.

Ahora bien, si nos quedamos quietos, retrocedemos. Debemos estar en continuo movimiento para evolucionar con el tiempo y con la vida.

Por otra parte, existe la posibilidad de pasear por el futuro, ya que una persona previsora, es alguien que en algún momento, aunque sea por un instante, se adelantó en el tiempo. La planificación también requiere tener una visión proyectada hacia el futuro y es un instrumento que nos ayuda a invertir mejor cada hora del día.

Si uno puede desplazarse con esa libertad por el horizonte temporal, ¿Será posible recuperar el tiempo perdido? Me imagino que sí. ¿Qué tendría que hacer yo para recuperar cinco años?

¡Ya está! Dejo de dormir por los últimos… a ver… 15 años. No. Debe haber otra forma. ¡Ya se! Dejo de mirar telenovelas y partidos de fútbol durante… 40 años. O… la otra posibilidad sería… no. Está bien. Prefiero prescindir de las novelas y del fútbol antes que tener que recortar alguna de las 6 horas diarias que quemo en la taberna junto a mis amigos antes de ir al cabaret.

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